martes , 5 noviembre 2024
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LAS ENFERMEDADES CRÓNICAS SI TIENEN CURA

Muchas de las enfermedades que hoy son crónicas tienen cura pero para los laboratorios farmaceuticos no es rentable curarlas del todo, los poderes políticos lo saben, pero los laboratorios compran su silencio financiando sus campañas electorales.

Entrevista al Premio Nobel de medicina Richard J. Roberts Por Lluís Amiguet – La Vanguardia

Tengo 63 años: lo peor de hacerte mayor es que das por seguras demasiadas verdades: es cuando necesitas nuevas preguntas. Nací en Derby: mi padre mecánico me regaló un juego de química… Y aún me divierte jugar. Casado, cuatro hijos; uno, tetrapléjico por un accidente, me anima a seguir investigando.

-¿La investigación se puede planificar? – Si yo fuera ministro de Ciencia, buscaría a gente entusiasta con proyectos interesantes; les daría el dinero justo para que no pudieran hacer nada más que investigar y les dejaría trabajar diez años para sorprendernos. – Parece una buena política.

– Se suele creer que, para llegar muy lejos, tienes que apoyar la investigación básica; pero si quieres resultados más inmediatos y rentables, debes apostar por la aplicada… – ¿Y no es así?

– A menudo, los descubrimientos más rentables se han hecho a partir de preguntas muy básicas. Así nació la gigantesca y billonaria industria biotech estadounidense para la que trabajo. – ¿Cómo nació?

– La biotecnología surgió cuando gente apasionada se empezó a preguntar si podría clonar genes y empezó a estudiarlos y a intentar purificarlos. – Toda una aventura.

– Sí, pero nadie esperaba hacerse rico con esas preguntas. Era difícil obtener fondos para investigar las respuestas hasta que Nixon lanzó la guerra contra el cáncer en 1971. – ¿Fue científicamente productiva?

– Permitió, con una enorme cantidad de fondos públicos, mucha investigación, como la mía, que no servía directamente contra el cáncer, pero fue útil para entender los mecanismos que permiten la vida. – ¿Qué descubrió usted?

– Phillip Allen Sharp y yo fuimos premiados por el descubrimiento de los intrones en el ADN eucariótico y el mecanismo de gen splicing (empalme de genes). – ¿Para qué sirvió?

– Ese descubrimiento permitió entender cómo funciona el ADN y, sin embargo, sólo tiene una relación indirecta con el cáncer. – ¿Qué modelo de investigación le parece más eficaz, el estadounidense o el europeo?

– Es obvio que el estadounidense, en el que toma parte activa el capital privado, es mucho más eficiente. Tómese por ejemplo el espectacular avance de la industria informática, donde es el dinero privado el que financia la investigación básica y aplicada, pero respecto a la industria de la salud… Tengo mis reservas. – Le escucho.

– La investigación en la salud humana no puede depender tan sólo de su rentabilidad económica. Lo que es bueno para los dividendos de las empresas no siempre es bueno para las personas. – Explíquese.

– La industria farmacéutica quiere servir a los mercados de capital… -Como cualquier otra industria. Es que no es cualquier otra industria: estamos hablando de nuestra salud y nuestras vidas y las de nuestros hijos y millones de seres humanos.

– Pero si son rentables, investigarán mejor. – Si sólo piensas en los beneficios, dejas de preocuparte por servir a los seres humanos. – Por ejemplo…

– He comprobado como en algunos casos los investigadores dependientes de fondos privados hubieran descubierto medicinas muy eficaces que hubieran acabado por completo con una enfermedad… – ¿Y por qué dejan de investigar?

– Porque las farmacéuticas a menudo no están tan interesadas en curarle a usted como en sacarle dinero, así que esa investigación, de repente, es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo, sino que cronifican la enfermedad y le hacen experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el medicamento. – Es una grave acusación.

– Pues es habitual que las farmacéuticas estén interesadas en líneas de investigación no para curar sino sólo para cronificar dolencias con medicamentos cronificadores mucho más rentables que los que curan del todo y de una vez para siempre. Y no tiene más que seguir el análisis financiero de la industria farmacológica y comprobará lo que digo. – Hay dividendos que matan.

– Por eso le decía que la salud no puede ser un mercado más ni puede entenderse tan sólo como un medio para ganar dinero. Y por eso creo que el modelo europeo mixto de capital público y privado es menos fácil que propicie ese tipo de abusos. – ¿Un ejemplo de esos abusos?

– Se han dejado de investigar antibióticos porque son demasiado efectivos y curaban del todo. Como no se han desarrollado nuevos antibióticos, los microorganismos infecciosos se han vuelto resistentes y hoy la tuberculosis, que en mi niñez había sido derrotada, está resurgiendo y ha matado este año pasado a un millón de personas. – ¿No me habla usted del Tercer Mundo?

– Ése es otro triste capítulo: apenas se investigan las enfermedades tercermundistas, porque los medicamentos que las combatirían no serían rentables. Pero yo le estoy hablando de nuestro Primer Mundo: la medicina que cura del todo no es rentable y por eso no investigan en ella.

– ¿Los políticos no intervienen? – No se haga ilusiones: en nuestro sistema, los políticos son meros empleados de los grandes capitales, que invierten lo necesario para que salgan elegidos sus chicos, y si no salen, compran a los que son elegidos.

– De todo habrá. -Al capital sólo le interesa multiplicarse. Casi todos los políticos – y sé de lo que hablo- dependen descaradamente de esas multinacionales farmacéuticas que financian sus campañas. Lo demás son palabras…

Otra nota sobre el mismo tema:

Ghislaine Lanctôt ha ejercido la Medicina durante 27 años. Ahora no ejerce… aunque quisiera. ¿El motivo? Hace ocho años la retiraron la licencia de médico. ¿Por qué? Por publicar este libro ¿Y qué contiene? Una descripción exhaustiva del «sistema de enfermedad»-y no sanitario- que actualmente existe.

La autora acabó sus estudios de Medicina en 1967, una época en la que -como ella misma confiesa- estaba convencida de que la Medicina era extraordinaria y de que antes del final del siglo XX se tendría lo necesario para curar cualquier enfermedad.

Sólo que esa primera ilusión fue apagándose hasta extinguirse. ….Y llego pronto a la conclusión de que las medicinas no agresivas son más eficaces, más baratas y, encima, tienen menores efectos secundarios. ….Por otra parte, como médico había participado en muchos congresos internacionales -en algunos como ponente- y» me di cuenta de que todas las presentaciones y ponencias que aparecen en tales eventos están controladas y requieren obligatoriamente ser primero aceptadas por el «comité científico» organizador del congreso.

– ¿Y quién designa a ese comité científico? Pues generalmente quien financia el evento: la industria farmacéutica.¡Hoy son las multinacionales las que deciden, hasta qué se enseña a los futuros médicos en las facultades y qué se publica y expone en los congresos de medicina! El control es absoluto.

Darme cuenta del control y de la manipulación a la que están sometidos los médicos -y los futuros médicos, es decir, los estudiantes- me hizo entender claramente que la Medicina es, ante todo, un negocio. La Medicina está hoy controlada por los seguros -públicos o privados, da igual- porque en cuanto alguien tiene un seguro pierde el control sobre el tipo de medicina al que accede.

Ya no puede elegir. Es más, los Seguros determinan incluso el precio de cada tratamiento y las terapias que se van a practicar. Y es que si miramos detrás de las compañías de seguros o de la seguridad social… encontramos lo mismo.- ¿Y cómo ganar más? Pues haciendo que la gente esté enferma… porque las personas sanas no generan ingresos.

La estrategia consiste, en suma, en tener enfermos crónicos que tengan que consumir todo tipo de productos paliativos, es decir, para tratar sólo síntomas; pero nunca fármacos que puedan resolver una dolencia. El llamado sistema sanitario es en realidad un sistema de enfermedad.

Se practica una medicina de la enfermedad y no de la salud. Se trata de un sistema que mantiene al paciente en la ignorancia y la dependencia, y al que se estimula para que consuma fármacos de todo tipo.

-¿Y qué papel juega el médico en esa mafia? El médico es -muchas veces de forma inconsciente, es verdad- la correa de transmisión de la gran industria. Durante los 5 a 10 años que pasa en la Facultad de Medicina el sistema se encarga de inculcarle unos determinados conocimientos y de cerrarle los ojos a otras posibilidades. Se enseña que el médico no debe implicarse emocionalmente y que es una especie «dios» de la salud.

Se trata de una medicina que además sólo reconoce lo que se ve, se toca o se mide y niega toda conexión entre las emociones, el pensamiento, la conciencia y el estado de salud del físico. Y cuando se la importuna con algún problema de ese tipo le cuelga la etiqueta de «enfermedad psicosomática» al paciente y le envía a casa tras recetarle pastillas para los nervios.

-Salvo en lo que a cirugía se refiere, los antibióticos y algunas pocas cosas más, como los modernos medios de diagnóstico, solo se trabaja en síntomas. -¿Quiénes integran, a su juicio, la «mafia médica»?

A diferentes escalas y con distintas implicaciones, por supuesto, la industria farmacéutica, las autoridades políticas, los grandes laboratorios, los hospitales, las compañías aseguradoras, las Agencias del Medicamento, los colegios de médicos, los propios médicos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) -el Ministerio de Sanidad de la ONU- y, por supuesto, el gobierno mundial en la sombra del dinero.

-Tenemos entendido que para usted la Organización Mundial de la Salud es «la mafia de las mafias». La OMS es la organización que establece, en nombre de la salud, la «política de enfermedad» en todos los países. Todo el mundo tiene que obedecer ciegamente las directrices de la OMS. No hay escapatoria. De hecho, desde 1977, con la Declaración de Alma ATA, nadie puede escapar de su control.

-¿En qué consiste esa declaración? Se trata de una declaración que da a la OMS los medios para establecer los criterios y normas internacionales de práctica médica. Se desposeyó así a los países de su soberanía.

Así es como se han impuesto las vacunas y los medicamentos a toda la población del globo. -Una labor que no se cuestiona. Claro, porque, ¿quién va a osar dudar de las buenas intenciones de la Organización Mundial de la Salud? Sin embargo, hay que preguntarse quién controla a su vez esa organización .

-¿Cree que ni siquiera las organizaciones humanitarias escapan a ese control? Por supuesto que no. Las organizaciones humanitarias también dependen de la ONU, es decir, del dinero de las subvenciones. Y, por tanto, sus actividades están igualmente controladas.

Organizaciones como Médicos sin fronteras» creen que sirven altruistamente a la gente pero en realidad sirven al dinero y a las grandes compañías. Al final es el enfermo es el único que puede curarse. Nadie puede hacerlo en su lugar. La autosanación es la única medicina que cura.

La cuestión es que el sistema trabaja para que olvidemos nuestra condición de seres soberanos y nos convirtamos en seres dependiente.

Por favor no se deje engañar por nadie sea quien sea. Nadie puede tener salud verdadera si no modifica correctamente, sus hábitos alimentarios perjudiciales.

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2 comentarios

  1. franciscogoleron@hotmail.com me encantaria conocer mas de tema como puedo aceder a el ?

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