¿Cuáles son los retos más importantes en Seguridad Alimentaria?
– Son tres. En primer lugar, hacer más comprensible las normativas, más prácticas y funcionales.
En cuanto a los alimentos, lo más importante es el etiquetado en todos los aspectos, desde la composición química, hasta alérgenos o sustancias incorporadas que pudieran poner en riesgo la salud del consumidor.
Y en tercer lugar, un reto fundamental, que es concienciar al consumidor de que también es responsable de la seguridad alimentaria.
– ¿Qué se ha aprendido de crisis como las de gripe aviar, las vacas locas o E. coli?
– De estas crisis lo que se aprende fundamentalmente es la aplicación del principio de incertidumbre y de precaución.
Mientras no se tiene el riesgo completamente estudiado, no se puede dar otro paso que establecer medidas de control adecuadas y no desorbitadas.
Esta es la principal lección que se puede extraer, porque detrás de una crisis alimentaria se esconden bastantes intereses comerciales.
– ¿Qué sectores de la industria alimentaria generan más alarmas?
– Todos pueden generar alarma, desde el sector primario, el de transformación y el de servicio.
Es una suerte negativa que le puede tocar a cualquiera de ellos.
– Los productos ecológicos están de moda.
Sin embargo, hay expertos que aseguran que ni son más sanos ni más sostenibles. ¿Cuál es su opinión al respecto?
– Que deben ser más controlables.
El sello ecológico atrae mucho pero pudiera quedar en entredicho el control que se lleva sobre ellos.
No se informa bien de los controles y el etiquetado es muy variable, depende de cada comunidad autónoma.
Pueden darse casos de productos de baja calidad que se venden como ecológicos por parte de productores que no tienen conciencia social.
Los alimentos ecológicos son muy interesantes, pero tienen que estar tan controlados o más que los otros.
– ¿Cree acertado restringir el consumo de carne de caza en mujeres embarazadas y en niños por sus niveles de plomo?
– Lo que tiene que decirse es cuales son las dosis admisibles y qué cantidad se puede comer.
No estoy de acuerdo con restringirlo, sino de informar con un buen etiquetado al consumidor porque éste es responsable de consumirlo o no.
Ahí debería acabar la prohibición, en la responsabilidad del consumidor.
Como siempre, la responsabilidad es del consumidor, nunca del fabricante, que te parase moruro.
Como para fiarse de las autoridades, estamos apañados…